De Todo Un Poco

Tema Asesinos Seriales

jueves, 28 de enero de 2010

Siete veces Sofia

Habían terminado de caer las últimas gotas de junio.

Despertó entre los olores a hierbas y el invierno de la mañana con un ligero malestar en la garganta, hacía años que no lo sentía, más por olvido que por sentido, sentía los ojos demasiado pesados, como años, años que no habían pasado, por lo menos en el tiempo.

Sofía era una de las mujeres más hermosas del pueblo, desde su abuela, la perfección se había ocupado de crearles el rostro, la voz y el pensamiento, las más grandes cualidades, sin embargo, no sentían el amor, ninguna, abuela, madre e hija, se habían relacionado por instinto.

La mañana seguía detenida en el tiempo y Sofía recostada en la cama junto a sus diecinueve años, cerró los ojos fuerte y después de derramar una lagrima se levanto cansada, también por los años que no habían pasado, camino al espejo y volvió a sentir el malestar de la garganta, se sentó y como cada mañana no se reconoció, a veces pensaba que cada mañana arreglaba a una persona diferente, se quedo con esa idea hasta la hora de su muerte.

Fuera de su mundo habitacional, la casa era un verdadero caos, su madre y padre daban las últimas instrucciones para que todo estuviera en orden al llegar la noche, María se ocupaba de todo, más por vocación que por trabajo, vio nacer a Sofía, la sintió llorar y aferrársele a la vida, quería cuidarla siempre, es por eso que nunca se alejo de la casa, cierto año de octubre paso a ser parte de la familia, sólo se sintió en el ambiente.

Después de despedir a sus patrones, literalmente se dirigió a la habitación de Sofía, siempre estaba ahí en pensamiento, acaricio la puerta como queriendo calmar el dolor de la niña, su niña, a veces, si se acercaba un poco más, podía escuchar llantos, la mataban de tristeza, tomando aire y con el nudo en la garganta, María tocó la puerta tres veces y gesticulo su nombre, ella respondió con las clásicas palabras de la mañana, - No tengo hambre nana – respondió Sofía, como si sólo eso esperaba, María se retiró, no sin antes decirle, tu cereal estará siempre afuera de tu puerta hasta las diez.

Sofía seguía tratando de reconocerse en el espejo, que mujer era esa mañana, qué vida tenía, cuál era su pasado, suspiró y se miro de cercas, su piel era suave tersa, blanca como la nieve, su boca era rosa y sus ojos tenían el azul del mar, invadido por la tristeza de 7 mujeres, ese fue su defecto, la tristeza, el amor le renació a los 9 años y la perfección le cambio el defecto.

La mañana brincó y sonó como música de guerra el reloj de la sala, eran las diez de la mañana, María fue a ver si esta vez, sólo por esta vez, Sofía había probado el desayuno, lo encontró como lo dejo, hizo un gesto de malestar y tristeza y alcanzó a decir, -Todo bien mi niña- junto en la última silaba, Sofía empezaba con su respuesta, la clásica respuesta de las diez, -Sí nana, todo bien- en ese momento ya estaba frente a la ventana, platicando con el silencio y juntos miraban como pasaba el día, todo el día.

Sofía era muy inteligente, la observación se había agudizado en ella, siempre pasa lo mismo decía, lo sabía, el panadero con el pan de la mañana, la policía hacía su ronda por su casa, la misma gente pasaba siempre por el mismo lugar, con los mismos pasos y los mismos gestos, nada cambiaba, nada, hasta que pasó él y se posó con una sonrisa sobre su ventana.

Santiago era noble por naturaleza, criado por mujeres, había desarrollado un gusto especial por ellas, escritor de nacimiento, conoció a Sofía un Lunes nuevo de septiembre, eran niños, la miro sonreírle, se enamoró de ella desde ese momento, desde ese día y para siempre.

Había regresado al pueblo la noche anterior, camino por las calles en la madrugada y despertó a su madre con su regreso, había estado fuera tanto tiempo, tampoco el se reconocía en el viejo espejo de su habitación, optó por no encontrarse, apago la luz y se quedo pensando en ella hasta que el sueño lo venció.

Santiago era escritor, nunca estudio la profesión, sus maestros fueron todos y cada uno de los gestos de Sofía, tras irse del pueblo no había vuelto a escribir, sólo el aroma a casa y el presentimiento de sentir el aire que Sofía respiraba lo hacían escribir, esa noche estaba decidido a buscar a Sofía, a hablar con ella, encontrarla en las sonrisas y en las palabras, estaba decidido a estar con ella.

Por la mañana, esa mañana, Santiago se preparó para encontrarse con su amada, sentía un nudo en el cuerpo mientras se acercaba a la casa de Sofía, la miro de lejos y sintió miedo, no sabría que decirle, aún así, el amor que sentía lo empujaba a su encuentro con esa ventana, esa que imaginaba en las cartas que le escribía su madre, enmarcando a su amor más grande.

Sofía le sonrió, aún no sabe porque lo hizo, todavía no, después de varios años, ni su twitter me lo dice, pero lo hizo, me lo cuenta al oído mientras la leo.

Estuvieron así por varios días, platicaban por escrito en pequeños papeles que sólo alcanzaban a guardar 10 palabras, 144 caracteres para ser más exactos, enmarcados en sus perfiles, en una ventana para ambos.

Pasaron los días y Santiago estaba desesperado por escuchar su voz, por olerla, por sentirla, 144 caracteres ya no eran suficientes, ni los poemas que contenían su aroma y que eran dejados por la nana junto al cereal cada mañana, gracias a los cuales ella comenzó a comer algo, a veces.

Una noche, la noche previa a su cumpleaños, Santiago tocó su ventana, ella no se asusto, ya lo esperaba, lo había presentido con ese sentido que sólo las mujeres conocen y usan, ella, se levantó desnuda, como acostumbraba a dormir, Santiago la miro y quedo impresionado con su belleza, ella no sentía pena, tomó su bata y sólo alcanzo a decir, estoy lista, Santiago la tomó en sus brazos y se perdieron en la noche, enamorados, tal vez bastante.

Hicieron el amor hasta el amanecer, Sofía pudo dormir por fin después de varios años, Santiago despertó con el primer gallo de la mañana, sentía dolor en la garganta, el mismo de Sofía días antes, prendió la vela casi consumida, la miraba a través de ella, sentía demasiado amor y creía no poderle escribir lo más bello jamás escrito, la madrugada avanzaba hacia el final, Santiago caminaba en la ventana, tomaba el vino del abuelo y buscaba entre las palabras, entre todas las palabras, la que pudiera representar en una sola el amor que sentía por Sofía, luego de varias maldiciones, vasos de vino, susurros y pensamientos la encontró.

Santiago siguió caminando y bebiendo por toda la cabaña, estaba desesperado por escribir la palabra de la manera que la representara a ella con toda su esencia y su vida.

Abrió otra botella y el tiempo estaba entre la madrugada y la mañana, detenido, se bebió un cuarto de un trago y comenzó a escribirla, “Sofía”, esa era la palabra, la escribía como maldecido utilizando su cuerpo de lienzo y la sangre de Sofía de tinta.

Santiago quedo borracho, casi muerto, los golpeteos de la puerta eran alarmantes, no lo despertaron, la policía entro y el grito de la nana María se hizo presente ante la escena, Sofía yacía en la cama de sabanas blancas desangrada totalmente, por toda la casa, objetos, paredes y en el cuerpo de Santiago se veía la palabra Sofía escrita.

Santiago fue condenado a cadena perpetua pero liberado en un manicomio, a partir del ingreso, cada noche, en su página de twitter, otra Sofía, de sus 7 Sofías agregadas moría, de los demás crímenes nunca se encontró al responsable aunque cada mañana Santiago despertaba con el pecho ensangrentado de Sofía y en su twitter, entre la madrugada y el amanecer la frase: Sofía.

@luislamz

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